lunes, 30 de enero de 2012

Historia del guerrero y la cautiva de Jorge Luis Borges



En Historia del guerrero y la cautiva (El Aleph, 1949), Jorge Luis Borges (1899-1986) expone cómo cada hombre y mujer determinan su vida por medio de ideas que en algunos casos suelen ser contrarias a su diario vivir. Aun cuando esto afecte tanto a mujeres como hombres, se les juzga de diferente manera, tomando a las primeras como guiadas por la pasión y a los segundos por la razón. Al final, solamente unos cuantos tendrán una vaga imagen de lo que en realidad sucedió y lo juzgarán como un heroísmo o una barbarie, dependiendo de la concepción que tengan de ambos.


En el texto se destaca el concepto de que cada quien admite o rechaza las ideas que provienen tanto del exterior como del interior, lo cual llega a influir en sus decisiones, actitudes, visiones, etc. Aun cuando se ha crecido en un ambiente y costumbres establecidas por los padres, tutores, amigos, entre otros, el individuo tiene la libertad de cambiar su forma de vida. En el caso de Droctfult, éste decide abandonar a los lombardos y unirse a los raveneses. Sigue siendo un guerrero sangriento, pero cambia sus razones de lucha. En cambio, la india rubia que había emigrado con sus padres desde Yorkshire para Buenos Aires, al quedar huérfana, cae en la barbarie y abraza su nueva vida salvaje.

Este tipo de cambios tan profundos afecta tanto a hombres como a mujeres, con una misma magnitud, aunque puede vislumbrarse bajo un punto de vista diferente. Al hombre, al cambiar de costumbres, se le exalta hasta llevarlo a un punto de heroísmo: "No fue un traidor (los traidores no suelen inspirar epitafios piadosos); fue un iluminado, un converso." A la inglesa se le vende como una "rebajada a la barbarie". Además, la mujer sí tiene la opción de ser "civilizada", como lo expone Borges al comparar a su abuela con la inda rubia, ambas de procedencia inglesa, por lo que se le condena de una forma más severa. 

En conclusión, Historia del guerrero y la cautiva narra y compara la vida de dos personajes que se recuerdan como individuos que dejaron a los suyos para convertise en sus antónimos. Los cambios que hacen en su vida han sido una decisión exclusivamente de ellos mismos, independientemente de su pasado y cultura. Al hombre se le toma por razonable y héroe, mientras que a la mujer, por apasionada y bárbara. Al final de la lectura, al obtener este contraste marcado entre hombre y mujer, civilización y barbarie, Jorge Luis Borges considera: "Acaso las historias que he referido son una sola historia. El anverso y el reverso de esta moneda son, para Dios, iguales."

lunes, 23 de enero de 2012

Estambul: Ciudad y recuerdos de Orhan Pamuk


  Orhan Pamuk (Premio Nobel de Literatura 2006) en es su obra Estambul ciudad y recuerdos, presenta su ciudad natal como ‘blanco y negro’ en una historia llena de cambios políticos y movimientos sociales que influyen en cada persona a nivel individual y social. Amarra cada uno de estos acontecimientos con anécdotas de su vida: presenta la belleza de la ciudad no sólo en las mansiones que ve quemadas cerca del edificio Pamuk (edificio donde en cada piso vive una familia Pamuk) sino también en el Bósforo de acuerdo a extranjeros reconocidos por su escritura y pintura como habitantes de la ciudad; los cambios políticos y su influencia en cada persona en cuanto a cada aspecto de sus vidas, tanto personales como profesionales.

A lo largo del texto, Pamuk entrelaza la historia de la cuidad con su vida personal (así es como puede comprenderse lo que el título engloba: características de la ciudad con los recuerdos de una persona que vivió en la misma), y aspectos que lo marcaron. No se limita a describir únicamente su casa-museo, sino todo su entorno, desde las calles, mansiones y suburbios, hasta paisajes completos de valles y el Bósforo. Toma pasajes de su vida y las complementa con diversos movimientos sociales que se dieron desde más de un siglo anterior a su nacimiento, durante su niñez y juventud: relata acontecimientos importantes de la ciudad actual y las concluye con anécdotas acordes con el tema que desarrolla.
Un factor importante que se resalta es cómo la belleza se destaca en cualquier parte de la ciudad en cuanto a la visión de cada persona. Se narra la perspectiva de personas extranjeras (Nerval, Gautier, Flaubert, entre otros) provenientes de regiones “modernas”, lo que el autor reconoce como Occidente, y la contrasta con el enfoque de sus ‘cuatro amargos escritores solitarios’ (Kemal, Hisar, Koçu y Tampinar) originarios de Estambul. Lo que para unos era exótico y singular, para los otros era un recuerdo amargo de lo que un día fue, se perdió, y nunca volverá a ser. Para los habitantes de la ciudad, las mansiones desbaratadas, los suburbios, hasta los barcos que cruzaban el Bósforo, causaban diferentes impresiones según su amor a la República recientemente creada, el nacionalismo y la educación.
Otro aspecto que debe destacarse es la caída del Imperio otomano y sus consecuencias en el núcleo familiar y la sociedad. Lo que para unos cuantos fue un triunfo y forma de modernización, para muchos otros fue la pérdida no sólo económica sino también cultural. Los recuerdos que se describen, destacan la pobreza social que se vivía aún cuando en el edificio Pamuk se gozaba una riqueza que luego se iría perdiendo, lo que da a entender la conciencia cultural que poseía el autor con su alrededor. Relaciona la pobreza con los suburbios y las ruinas, así como con la religión y un Dios (femenina) que los ‘ayuda’ a sobrellevar las situaciones que enfrentan día a día.
Pamuk, en el compendio de recuerdos de su vida y la relación que presenta con la Historia de Estambul, tiene como objetivo no sólo captar la atención del lector, sino de hacerlo reflexionar sobre su vida en cada aspecto y la influencia de su entorno, ya sea su propia sala o los grandes paisajes de su ciudad, con las decisiones que ha tomado. La lectura envuelve un sentimiento de melancolía y hasta amargura por un pasado que no se repetirá, pero con la clara idea de que el cambio y un futuro hacia lo opuesto de la cultura natural (en este caso, hacia la “occidentalización”) logra que se derrochen ciertos valores que la sociedad no debería perder por “modernizarse”. Las personas, así como la sociedad y su entorno, poseen características tan arraigadas que aún cuando quieran modificarse, la esencia sigue siendo la misma, y el sentimiento hacia ella no cambia.