En Historia del guerrero y la cautiva (El Aleph, 1949), Jorge Luis Borges (1899-1986) expone cómo cada hombre y mujer determinan su vida por medio de ideas que en algunos casos suelen ser contrarias a su diario vivir. Aun cuando esto afecte tanto a mujeres como hombres, se les juzga de diferente manera, tomando a las primeras como guiadas por la pasión y a los segundos por la razón. Al final, solamente unos cuantos tendrán una vaga imagen de lo que en realidad sucedió y lo juzgarán como un heroísmo o una barbarie, dependiendo de la concepción que tengan de ambos.
En el texto se destaca el concepto de que cada quien admite o rechaza las ideas que provienen tanto del exterior como del interior, lo cual llega a influir en sus decisiones, actitudes, visiones, etc. Aun cuando se ha crecido en un ambiente y costumbres establecidas por los padres, tutores, amigos, entre otros, el individuo tiene la libertad de cambiar su forma de vida. En el caso de Droctfult, éste decide abandonar a los lombardos y unirse a
los raveneses. Sigue siendo un guerrero sangriento, pero cambia sus
razones de lucha. En cambio, la india rubia que había emigrado con sus padres desde
Yorkshire para Buenos Aires, al quedar huérfana, cae en la barbarie y abraza su nueva vida salvaje.
Este tipo de cambios tan profundos afecta tanto a hombres como a mujeres, con una misma magnitud, aunque puede vislumbrarse bajo un punto de vista diferente. Al hombre, al cambiar de costumbres, se le exalta hasta llevarlo a un punto de heroísmo: "No fue un traidor (los traidores no suelen inspirar epitafios piadosos); fue un iluminado, un converso." A la inglesa se le vende como una "rebajada a la barbarie". Además, la mujer sí tiene la opción de ser "civilizada", como lo expone Borges al comparar a su abuela con la inda rubia, ambas de procedencia inglesa, por lo que se le condena de una forma más severa.
En conclusión, Historia del guerrero y la cautiva narra y compara la vida de dos personajes que se recuerdan como individuos que dejaron a los suyos para convertise en sus antónimos. Los cambios que hacen en su vida han sido una decisión exclusivamente de ellos mismos, independientemente de su pasado y cultura. Al hombre se le toma por razonable y héroe, mientras que a la mujer, por apasionada y bárbara. Al final de la lectura, al obtener este contraste marcado entre hombre y mujer, civilización y barbarie, Jorge Luis Borges considera: "Acaso las historias que he referido son una sola historia. El anverso y el reverso de esta moneda son, para Dios, iguales."
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ResponderEliminaraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarhablen mas
ResponderEliminarno kiero
ResponderEliminarmishi mishi
ResponderEliminarCHUPENME EL PICO SAPO KLIOS
ResponderEliminarVamo las putaaaaaaaas
ResponderEliminarme gusta el oyo compañeros, quien conmigo!!!
ResponderEliminarcancer
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